martes, 10 de mayo de 2011

Mal Espionaje (fan fiction Hermandad de la Daga Negra)

Capítulo 6

Había estado esperando lo suficiente aquí afuera y me estaba cabreando.
- ¿Cuánto dijo Angel que la esperáramos? – Preguntó Witch mientras se entretenía afilando su puñal favorito.
- 45 minutos. –dije tratando de controlarme y luego le arrebaté el puñal y saqué un pañuelo que tenía en mi bolsillo. Inmediatamente froté el arma. –Esta fue una de mis obras maestras y detestaría que fuera arruinada por… tu inexperta mano de asesina.-
- Yo no soy inexperta. – me contestó casi fulminándome con la mirada.
- En tratar cuchillos de la forma en que se debe, sí.-
Witch iba a responderme hasta que Joanna nos tiró a cada una… un piedrazo en la cabeza.
- ¡¿Qué mierda?!- exclamamos casi a unísono.
- Ya han pasado 45 minutos. – Joanna sonrió. – Creo que nos toca hacer unos cuantos destrozos en nombre del amor fraternal. –
Abrí mi maletín y saqué una katana pequeña, dos cuchillos de caza, dos Sig Sauer y… un mandoble estilo medieval (mi joyita porque me costó muchas quemadoras el hacérmela).
Cuando terminé de armarme noté que Witch y Joanna me miraban.
- ¿Pasa algo?- les pregunté.
- Mas allá de que mis filetes desearían ser cortados con esos cuchillos, nada. – respondió Joanna con las cejas arqueadas.
- Me encantan mis cuchillos. –
- Lo notamos, cielo. –suspiró Witch mientras le ponía silenciados a sus cuatro Semiautomáticas y se las escondía bajo su cazadora negra.
- Ustedes encárguense de lo suyo y yo de lo mío.- espeté molesta. Las asesinas siempre hacían el mismo problema, subestiman a la armera. Pero nunca se dan cuenta cuando la eficiente armera le salva su culo.
El móvil de Witch sonó y ella lo atendió rápidamente.
- ¿Si? – Su rostro se contorsionó primero en señal de preocupación y luego en una sonrisa de satisfacción.- ¿Enserio, Ban? Entonces me divertiré en grande. – recibió una respuesta. – Bien. Nos vemos. –
Cortó y nos miró.
- Hermandad de la Daga Negra: Vampiros de 2 metros de estatura promedio armados hasta los dientes y muchos con “armas secretas”-
- Entonces el chip que iba a infiltrar Angel ya está insertado.- dijo Joanna sonriente.
- ¿Qué comes que adivinas, Kattra?-
- Quisiera un pastelito de chocolate con crema pero estoy a dieta.-
Saqué de mi maletín (mágico ya hasta ahora) dos puñales y dos dagas, dándole una de cada una a Witch y a Joanna.
Al recibirlo Witch me sonrió.
- ¿Qué tienen estas armas de especial?-
- Veneno de ortiga concentrado… no matarán pero dolerán como la mierda. –
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Wrath estaba en el Pit, y junto a él estaba Rehvenge.
Había oído ya sobre él. Hace poco recibí la noticia de que la colonia de symphath tenía un nuevo rey, y ahora aquel rey se encontraba frente a mí.
Rehv, como le llamaban los demás, me miraba fijamente.
- Eres mestiza, ¿verdad? – No le respondí y traté de no hacer ningún movimiento ni ningún gesto. - ¿Por qué no pude captar que eras symphath?-
- Soy humana. – dije firmemente.
A eso no tuve pregunta por parte del ojitos de amatista. Miré a Angel y esta asintió.
- Creo que no vale la pena mentir cuando ya fui descubierta. – Escuché un gruñido de V.- Soy un cuarto symphath.-
Angel me sonrió, a ella le gustaba que yo no mintiera.
- Mi madre era mestiza humana-symphath. A ella le costó vivir con su condición. Pero en mi caso es un poco más complicado. – Suspiré. –Mi sangre humana no es suficientemente fuerte como para “pelear” con mi lado oscuro. Así que, si no me controlo mentalmente, me vuelvo una psicópata y sádica. –
No pude evitar mi sonrisa con lo que dije.
Angel se largó a reír, parece que no le molestaba estar atada… aunque debo adimitir que estar atada me recuerda a cierto jueguito en la cama…
- ¡Échale la culpa al symphath! – comentó Angel todavía riéndose.
- ¡Vale! También soy una loca por naturaleza. La cosa es que si me controlo puedo pasar desapercibida frente a los mismos symphath.-
No sé por qué jodida razón tenía ganas de silbar “Like a virgin”.
Todos en la habitación (los mismos que me habían atrapado e intentado interrogar en un principio) miraron hacia Angel.
Wrath se acercó a ella y la miró directo al sofá.
- ¿Eres symphath?-
- Nop.-
- Eres humana.-
- Eso no te lo puedo responder con un si o con un no.-
Rehv miró fijamente esta vez a Angel.
- ¿Cuál es tu nombre?-
- Angel.-
- ¿De qué eres mestiza?-
- De otra especie, así que no me mires como a tu súbdito.-
Eso como que provocó un silencio incomodo. Y yo iba a tener que evitar que jodieran a mi Angel.
- Me estoy cansando de estar atada.- canturreé.- Las cuerdas me excitan.-
Todos se me quedaron mirando.
- ¿Qué? Sólo lo comentaba… la lucha me gusta. – meneé las cejas.
- ¿Aunque las cuerdas te estén cortando la circulación?- me preguntó V con una extraña expresión.
- Ah! Eso?- hice una señal con la cabeza a Angel y ambas mostramos que ya no estábamos atadas de manos.
Otro silencio… Parece que no tuve tanto éxito en evitar que se callaran.
- Van a tener que enseñarme a hacer eso.- dijo Rhage y Angel volvió que darse mirándolo y, por consiguiente, estaba embobada.
- Angel lo aprendió por sobrevivencia.-
- ¿Y tú? –Preguntó Wrath
- Nunca me acordaba de la palabra secreta.- le dije y le giñé un ojo.
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Kattra caminaba adelante mío.
Pensar que entraría en territorio de… mi raza.
Sonaba raro cuando lo decía.
Yo había sido abandonada en un orfanato donde viví una infancia muy tranquila. No tuve problemas con nadie. Sin embargo, siempre sentí que algo sucedía a mí alrededor. Esa misma fue la sensación que hizo que yo escapara de mi cálido hogar tan solo cumplí la mayoría de edad.
Pasé un tiempo (más bien años) trabajando en la ciudad en lo que pudiera conseguir: camarera, bailarina. Todo por encontrar ese algo que me llenara.
Una noche estaba caminando por un callejón y escuché ruidos de peleas. Me asomé para ver si alguien necesitaba ayuda médica y vi a una mujer rubia de pelo liso, largo y no muy alta encima de un tipo que parecía haber sido metido en blanqueador. Percibí un olor dulzón a talco de bebé.
Entonces la mujer alzó el cuchillo y se lo clavó en medio del pecho y el tipo se hizo cenizas… eso no me lo esperaba.
La mujer se paró, me vio y caminó hacia mí. Ella estaba sonriendo… y tenía colmillos. La vida te da muchas sorpresas.
Ella olió el aire y se paró en seco frente a mí.
- Tienes que venir conmigo. Estás en peligro.- me dijo.
- Pero si ni siquiera me haz dicho como te llamas.- le espeté.
- Soy Alex.- me respondió urgida.
Me llevó a una casa que yo creía abandonada donde había más mujeres. Las Cazadoras. Ellas me hicieron unos análisis y descubrieron que era un cuarto vampiro. Me dijeron que no pasaría por lo que ellas llamaban “la transición” y que no me preocupara. Pero ya me habían abierto los ojos a un mundo al que yo sabía que pertenecía y pedí que si había alguna forma de ser vampiro… lo sería. Y me ofrecieron un ritual.
Fue lo más doloroso y peligroso que haya vivido. Habían conseguido a un macho vampiro cuya memoria fue borrada cuando todo terminó. Las cazadoras eran invisibles y no existían para nadie que no fueran ellas mismas. Nadie las conocía sea la raza que sea.
Unos sonidos de pasos me hicieron salir de mi flashbacks. Habíamos entrado a la mansión y yo ni me acordaba. Uno de estos días una distracción así me llevaría a la tumba.
Nos metimos rápidamente en una habitación y yo miré por el cerrojo de la puerta. Los pasos eran de un tipo enorme, rapado y con una cicatriz que atravesaba su rostro y le deformaba parcialmente el labio superior.
El tipo pareció percibirnos. Tomó su móvil y habló con alguien… para luego colgar y dirigirse a “nuestra puerta”.
Rápidamente tomamos posiciones: Yo detrás del lado de la entrada que quedaría detrás de la puerta cuando esta se abriera, Joanna del otro lado y Kattra sería nuestra distracción.
El hombre abrió la puerta con una Sig Sauer en la mano y contempló muy alerta a Kattra que le sonreía mientras jugaba con un puñal que lanzaba y atrapaba constantemente.
Entonces Joanna le dio un culatazo tan fuerte que el sonido retumbó por toda la habitación. Yo cerré rápidamente la puerta alcanzando a ver cuando el ya inconciente hombre caía al suelo y hacía otro ruido fuerte al impactar con el piso. ¡Si que somos discretas!
Kattra lo revisó y le sacó el móvil y todas sus armas. Me lanzó el móvil.
- Te toca negociar, Witch. –
Llamé al último número que salía que había llamado. Un hombre contestó.
- ¿Z? ¿Había algo allí?– dijo el hombre.
- Si consideras entre lo que llamas alguien que tiene al tal Z inconciente, en el suelo y desarmado… sí, había alguien.-
- ¡¿Quién eres tú?!- gritó el tipo.
- Verás, mi nombre no importa. Creo que lo que más importa es que ustedes tienen a dos personas que nos importan. Y si Z les importa… - tomé el móvil y le hice una seña a Joanna que disparó un almohadón de un sillón con su arma con silenciador. Puse el móvil lo suficientemente cerca como para que se escuchara el tiro aunque hubiera silenciador de por medio. - … el próximo disparo no será en el cuerpo de su hombre.-
El tipo dijo algo que realmente no me importó porque este es mi estilo de negociación y punto.
- Cuando lo hayan meditado pueden llamar de vuelta. – dije y le corté.
Así trabaja una cazadora con grado de asesina, rápida y limpiamente.

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