martes, 10 de mayo de 2011

Mal Espionaje (fan fiction Hermandad de la Daga Negra)

Capítulo 3


Wrath me miró fijamente. Y Rehvenge se alejó de mí. Bueno, no podía saber si realmente me estaba mirando fijamente por sus lentes oscuros pero sentía algo de agresión en el ambiente. ¡Ah! ¡Entendí! Los vampiros son como animales y tiran agresión. ¡Qué lástima que a mí ese tipo de cosas se me contagien!

- ¿De qué va tu organización?- me preguntó firmemente.

Al notar que yo estaba en silencio ante la pregunta TODOS en la habitación comenzaron la expedir las hormonas de agresión. Eso en mí no era nada bueno, mi buen olfato hacía que comenzara a enojarme igual que ellos. Por eso comencé a respirar profundamente.

- Parece que la hembrita se está asustando… ¿deberíamos ser más buenos chicos con ella?- comentó V a los demás.

Eso hizo que mi vena de perra feminista saliera a flote.

- ¿Y por qué tendría que tenerte miedo? ¿Tienes un arma secreta? ¿Un cuchillo en el trasero? ¿Un disfraz de Elmo? Porque debo confesar que Elmo me aterra hasta gritar.-

Una risa muy fuerte se escuchó desde la puerta de entrada.

Todos miraron hacia la puerta. Allí se encontraba un tipo muy alto, más alto que todos los que estaban en la habitación, rubio y de ojos de un color entre verde y azul iridiscente. ¡Dios mío! Ese hombre… ¡Los que ya estaban en la habitación estaban bastante bien pero este parecía destilar hormonas que me hacían pensar en cosas que me harían ser excomulgada de todas las iglesias del planeta! Noté que el tipo venía comiendo lo que perecía ser un sándwich de pavo.

- ¿De qué me he perdido?- preguntó el recién llegado.

- Rhage, está chica… - dijo Butch y me señaló. –… se pasó la seguridad y entró al Pit.-

- Eso no suena nada bueno. – Dijo Rhage con la cara ya seria. Pero noté que al mirar a V preocupado, o más bien hecho una furia, trataba de controlar una sonrisa.

Wrath los interrumpió.

- Si dejan de cotillear como viejas chismosas podríamos seguir con el interrogatorio.-

Hubo otro silencio sepulcral. Y yo decidí hablar. Ya me había calmado.

- ¿Me van a matar?-

Ahora yo era el centro de atención.

- Depende totalmente de lo que me digas, mujer.- me dijo Wrath. Yo sentí que me estaba siendo sincero… intuición femenina.

- Yo fui enviada a recaudar información.- tomé un poco de aire. – Ya que después de atraparme estarán más alertas no vale la pena guardármelo. Formo parte de un grupo de… no sé cómo decirlo… escribas creo. Recaudamos información. Ustedes son una raza fuerte y queremos averiguar todo lo posible.- Eso no era toda la verdad pero no mentí en ningún momento. No podía ser acusada de levantar falso testimonio, sólo omití… lo escabroso, digo, importante.

Butch se acercó hacia mí.

- ¿Algo así cómo una biblioteca de información de…-

- ¿No humanos? Justo es algo parecido a eso.- le interrumpí. – Pero nosotras no somos… igual de humanas que el resto, por así decirlo.-

Sentí al de la cicatriz muy cerca de mi costado izquierdo. Respiraba algo furioso pero se notaba que con sus amigos allí se había calmado. Pero al darme vuelta vi algo que me dejó confundida y algo asustada. Sus ojos ya no eran negros y oscuros como la noche, sino amarillos como el topacio o los cetrinos. Si sobrevivo a esta misión, lo cual dudo, voy a anotar esto.

Entonces con sus, nuevos para mí, ojos amarillos él me observó y me habló calmada y calculadamente.

- A mí lo que me parece de lo más extraño es que te hayan mandado a este lugar sin armas. –

Todos guardaron silencio y vi a Wrath y a V asintiendo.

- Cualquier grupo u organización que se respete debe investigar el lugar antes de mandar a alguien a investigar en persona. Eso quiere decir que tú sabías, aunque sea superficialmente, al peligro que ibas a atener si venías. Debes ya saber que nosotros tenemos muchas armas a nuestra disposición.-

- Bien dicho, Z. – dijo Butch que parecía haber razonado las cosas mientras Z hablaba.

Había muchas cosas que este grupo de sexys hombres no sabían de mí. El de la cicatriz no se dio cuenta que las ataduras no durarían mucho en mí porque mis muñecas eran finas. Ni tampoco que al darme su bastante acertado discurso le quité una daga.

- Miren, yo no vengo a amenazar su raza, ni a atacarlos, ni usarlos como conejillos de indias, ni nada por el estilo. – Les dije tratando de hacerlos entrar un poco en razón y que no me mataran.

En ese instante sentí que Z se acercaba más a mí. Eso me hizo tener los pelos de punta y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

- Estuvo muy bueno tu discursito estilo recibimiento del premio Nobel de la paz, pero creo que es hora de que me devuelvas la daga que me robaste.-

Saqué la daga que le había “sustraído” y, dando a conocer que no estaba atada de manos, les mostré a todos la daga de Z.

- Si te refieres a este bello cuchillo…- dije cuando Z hizo un movimiento para quitarme el arma a lo que yo reaccioné y la lancé en dirección a Rhage atravesando con este su sándwich de pavo.

Un feo silencio inundó toda la habitación y todos se quedaron mirándome.

- Eso explica el por qué de no llevar armas.- dijo V con una media sonrisa.- Eres una experta ladrona.

Yo le sonreí.

- No tan experta ya que su amigo me descubrió, pero prometo que nadie lo notará la próxima vez.-

- Cielo, más te vale que no haya una próxima vez, porque si eso sucede cualquier de nosotros sacamos otra y te cortamos las manos.- Dijo Wrath con un tono imponente.

¡Vale! ¿Ups? ¿Eso no fue lo más bello que me han dicho en mi vida?

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